miércoles, diciembre 27, 2006

T menos 4

Ayer escribí el primer párrafo.

Animado por mi propio ego, lo comparto con ustedes [se aceptan críticas, de eso a que les haga caso...]
Al principio sólo había oscuridad. Mantuve mis ojos cerrados durante mucho tiempo, tratando de razonar lo que había pasado. Parecía que habían sido horas, días, siglos. Con mi mente trabajando al límite, debatiéndome entre mi escasa cordura y la locura repentina, traté de reconocer mi entorno. Sentí el calcáreo sabor de las piedras mezclarse con la sangre en mis labios, el aguijoneo constante de una barra metálica destrozándome el costado. Escuchaba gritos lejanos que se apagaban dentro de un silencio ensordecedor. Sentí el palpitar violento de mis sienes, como si mi cerebro se fuera a salir de su prisión craneal en cualquier instante. Un extraño frío recorría mi brazo izquierdo, aprisionado entre escombros, varillas y concreto. Mi cuerpo desnudo destrozado bajo toneladas de metal y roca. Sentía el polvo colarse por mi nariz y llenar mis pulmones. Asfixiándome. Consumiéndome. Y ese hedor, ese insoportable hedor.
Esa peste a muerte
Buenas nuevas: Tengo ganas de acabar el cuento

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