domingo, abril 29, 2007

Ser de izquierda [en México]

Interesante opinión la que me encontré en blog.com.mx acerca de lo que significa ser de izquierda en nuestro país. La autoría del texto es de Jaime Sánchez Susarrey y parece que apareció en Reforma [no lo pude corroborar, pues para leer el contenido web hay que pagar]. Sánchez Susarrey ha escrito para Letras Libres y actualmente conduce [junto a Pablo Hiriart] el programa de televisión En Contexto.

¿Qué significa ser de izquierda hoy en México?

Significa vivir en el reino de la confusión. Porque la pregunta cae por su propio peso: ¿cuál es la verdadera izquierda? ¿La de López Obrador, la de Cárdenas, la del subcomandante Marcos o la del Partido del Trabajo, para no hablar del nacionalismo revolucionario de un sector de los priistas? Todos ellos se definen de izquierda y, de alguna manera, se asumen como el único proyecto verdadero y, nótese bien, popular. Descalifican a los otros y rehúyen el debate de ideas.

Significa padecer inconsistencias mentales. Me refiero, en este caso, a los seguidores de AMLO. No se puede impugnar la elección presidencial, denunciar la existencia de un gran fraude, apoyar al “presidente legítimo” y, al mismo tiempo, cobrar las dietas de los senadores y los diputados perredistas. Y no se puede porque fueron los mismos ciudadanos los que organizaron y contaron los votos en la elección presidencial y en la elección de los legisladores. Así que como dice el dicho: o todos coludos o todos rabones.

Significa celebrar el culto a la personalidad. La historia no es nueva ni privativa de México. En todos los regímenes socialistas se ha venerado y sacralizado al líder: Mao, el gran timonel; Stalin, el padre de todos los pueblos; Fidel, el único comandante; Pol Pot, la bujía del sendero luminoso. Es raro y contradictorio que la doctrina científica de la revolución, que afirma que la historia la hacen las masas, haya deificado a sus líderes. Pero así ha sido. En México, ya lo sabemos, no se cantan mal las rancheras. Por eso el rayito de esperanza sigue brillando, aunque hoy por hoy esté un poquito opacado.

Significa carecer de propuestas. La reforma de las pensiones puso en evidencia algo que ya sabíamos. Los perredistas se oponen a todo, pero no tienen propuestas alternativas. Peor aún. No son capaces, siquiera, de emprender una discusión seria y fundamentada. La descalificación y la diatriba son su santo y seña. Mentiras o petates de muerto en lugar de argumentos. El ISSSTE jamás estuvo en riesgo de ser privatizado. Hacia delante no hay nada que esperar. Los temas pendientes son más complejos. Exigen mayor rigor intelectual y responsabilidad. Ni en materia energética ni en materia fiscal hay tela de donde cortar.

Significa negarse a la autocrítica. En el pasado inmediato las preguntas son obvias: ¿por qué perdió la elección AMLO? ¿Cometió errores? ¿La soberbia se apoderó de él y lo cegó? ¿Mintió a sabiendas de que las encuestas no le favorecían? Respuesta oficial: no, de ninguna manera. No hay nada que revisar. La victoria le fue arrebatada. Fue un fraude de Estado. Se falsearon los resultados a la antigüita y de manera cibernética con el famoso algoritmo. AMLO nunca mintió ni se equivocó. Las evidencias, sin embargo, todo el mundo las conoce. Allí están los testimonios de Ana Cristina Covarrubias, la encuestadora personal de López Obrador. López mintió a sabiendas, una y otra vez. Además de que él mismo torpedeó su campaña.

Significa comulgar con una mistificación ramplona. La fuerza y el sentido de la Historia (así, con mayúscula) alimenta por vertiente doble a los perredistas. Los de filiación marxista se asumían como la vanguardia de la clase revolucionaria y como los portadores no de un ideal justiciero, sino de una ciencia revolucionaria. La quiebra del régimen burgués y el ascenso del proletariado eran el efecto de las tendencias irreversibles de la Historia. Los nacionalistas-revolucionarios, priistas, tenían sus propias creencias. El Presidente y el PRI eran la encarnación de las aspiraciones revolucionarias de los obreros, los campesinos y las clases medias. Por eso el poder no se podía someter al juicio de los ciudadanos en las urnas. Como decía don Fidel Velázquez: “a balazos llegamos y sólo a balazos nos iremos”. Desde entonces ha corrido agua bajo el puente y muchas cosas han cambiado. Pero cuando AMLO se proclama, y es aclamado, como el único líder legítimo y verdadero del pueblo mexicano el viejo autoritarismo vuelve por sus fueros.

Significa ser cobarde. Suena fuerte, pero es cierto y lamentable. El PRD está lleno hoy de cobardes. Después de la derrota del 2 de julio, no son pocos los que consideran y están convencidos de que AMLO perdió efectivamente la elección, de que mintió a sabiendas, de que se equivocó, de que la soberbia lo cegó, de que la estrategia posterior (la toma del Paseo de la Reforma) fue una estupidez, de que la “presidencia legítima” es ridícula y tiene un costo altísimo y absurdo. Esto es lo que piensan muchos perredistas. Son, sin duda, los más lúcidos e inteligentes. Y sin embargo no se atreven a decirlo. Tienen miedo de ser sancionados. Saben que López es inflexible y no perdona. Los valientes brillan por su ausencia.

Ser de izquierda en los sesentas y setentas tuvo siempre un halo romántico. Se podía estar equivocado, pero nadie dudaba de la sinceridad y la integridad del compromiso. Tiempos idos: la imagen del Che ha sido sustituida por la de Lopitos, “presidente legítimo”, con su corte de legisladores e incondicionales.


Y ustedes, estimados lectores ¿qué opinan?

5 comentarios:

El Sr. Lado Brillante dijo...

Recuerdo que cuando comence a pensar en politica me dije que yo era de izquierda, incluso AMLO me llegaba a parecr alguien indicado, claro que eso fue antes de poner más atención, después e fui haciendo e mis propias opiniones, que creo es lo importante de todo esto, aparte de claro, escuchar a los demás.
Aunque igual nos podemos reir un poco:
http://byfiles.storage.msn.com/x1pUJvQr33yFIiLQDmHJYL-WxN-cPpMIqhoNgzFnIFBMyI9VEFWoRqSqVFRrL7XCrlThcFwUfrtthi3CfzADuFvgnnJmTEfxJC2eR-AAmVlmMysjbyB239JEg

Aztecas UDLA dijo...

Yo soy marxista de la línea de Groucho xD

El Sr. Lado Brillante dijo...

Lo siento, mi tendencia filosofica más por el lado monty phytonesca, aunque los clasicos son los clasicos.

Canal Abierto dijo...

Bueno, realmente basarse en los postulados de Sanchez Susarrey pues no es muy pensante que digamos. Alguien que ha vivido de las dadivas del oficialismo, que defiende a la derecha tanto como ataca no a la izquierda, sino puntualmente a López Obrador,no creo que sea el más confiable que digamos para citarlo.
Hay que leer un "poquito" más para aprender a identificar a los criticos por comisión de los criticos por convicción.
Saludos

Aztecas UDLA dijo...

Se agradece el comentario, señor Yanciuc, aunque este blog tiene textos de posturas variaditas. Me pareció una buena reflexión para compartir y se le agradece confirmar el quinto punto.

Saludos con la mano derecha [o la que ud. prefiera.]