Crónica de un choque chafísima

Hoy choqué. No, no es lo que piensan. No me pasó nada. Es más, ni fue un choque en sí. Le pegué a una camioneta mientras la sacaba de la pensión donde guardo el tsuru de Gandalf. LOL. El punto es que le pegué a una Cheyenne de como 500 mil varos. Ni le pegué tan fuerte. A mi carro sólo le quebré una calavera. Pero a la Cheyenne le metí un buen golpe en la batea. Ya no hacen los coches como antes.

El punto es que llegó el dueño del carro a hacermela de hueva [obviamente]. Digo, yo estaba en la mejor disposición de pagarle la hojalateada, pero se puso mamuco y casi me exigió que le comprara una batea nueva. Afortunadamente, aseguré el carro en abril, así que llamé al seguro y mandaron a un ajustador. El otro tipo [medio norteñón], también llamó a su aseguradora, que resultó ser la misma. Llegó el tipín del seguro y valoró los daños. En ese momento, yo ya andaba mentando madres [internamente, por fuera era pura serenidad y paciencia] por pagar tres mil varos del deducible. Lo bueno es que tenía que para ese monto, porque el deducible de la camioneta era de veinte mil [!!!].

Ya me tomaron la declaración de cómo fue el siniestro y le tomaron fotos al golpe del carro. Al final, resultó que no tenía que pagar nada por el madrazo que le metí a la camioneta. También le dijo el ajustador al norteño que no la hiciera de hueva y que el golpe no ameritaba cambiar la pieza. Según esto, mi seguro tiene cobertura de daños a terceros y sólo tengo que pagar por los daños a mi auto. Y como no pienso pagar tres mil pesos por una calaverita, ahí anda el carrito vivito y coleando. Por eso, hay que fijarse dos veces antes de andar en reversa. Plop.