De posturas y días intensos
Esta semana ha estado sumamente intensa. Deberían prohibir que se junten las crisis universitarias, los cierres de edición, las lluvias feroces y las derrotas de la selección. En esta semana, me he visto en la disyuntiva de presentar una postura en diversos ámbitos de mi vida: sea en un blog, sea en lo laboral, en lo cotidiano. La verdad es que no soy partidario de las posturas inamovibles. Lo inamovible es sinónimo de estático y algo que se mantiene fijo no va a ninguna parte. Duh! eso sonó obvio. Por otra parte, como me dijo Vilknk, soy un conciliador. Creo que mi postura es la del mediador. Entre el receptor y el emisor, el poder y el subversivo, el proletario y el patrón, me gusta ser el canal. Supongo que es la postura más mutable que existe. Una postura de observador participante haciendo una etnografía de los otros mientras hace una introspección de si mismo. Moverse de un lado al otro sin irse a los extremos, a la polarización, al reductio ad absurdo de las situaciones. En un partido de fútbol entre Brasil y Argentina, entre Chivas y América, entre River y Boca, escogería ser el árbitro. Sería como Pepe Tropicasas, el de las luchas. Ése sí era bueno.
Por otra parte, la intensidad de los días es contradictoria. Por una parte, pido descanso de tanto ajetreo, ir y venir, dimes y diretes. Por otra parte, se siente una adrenalina ligeramente adictiva, como si vivir presa del feeling le diera un poquito más de sentido al mero acto de existir. Soy un romántico. Soy de esos que les gustó la frase del Capitán Barbosa sobre que el último día es por el que vale la pena vivir. No sé si me gustó esta semana de intensidad. Supongo que la valoraré más cuando haya pasado el temblor. Creo que la vida se mide en deadlines. La fecha limite de la luz, del teléfono. El deadline para hacer algo que después no podrás hacer. Vivimos en fechas de cierre, en el último corte, en el borde, el límite. Les dije que soy un romántico. Mi postura es el romance de las cosas, del giro dramático, de la vuelta de tornillo, del movimiento inesperado. De la solución que de pronto aparece, el foquito iluminado en la cabeza. De ganarle, en el último segundo, a la fecha límite. Y esperar al siguiente deadline.
Ésta ha sido una semana muy intensa.
1 comentario:
Siiiiiii, vivan los deadliners, no he hecho nada de lo que tengo que hacer en el periodico, pues tengo bastante tarea, pero sin esa presión ¿qué sería la vida?
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