Entren santos peregrinos
Este fin de semana salí de viaje. Bueno, de excursión [creo que esa sería la traducción de trip]. Salí en un viaje con mi mamá y una de mis tías. Fuimos a Tepotzotlán, un pueblo cerca a Cuautitlán-Izcalli, en el Edomex. Nos fuimos de excursión con un montón de viejitos y señoras que parecían gallinas maquilladas pretendiendo ser pavorreales. Fuimos a ver un convento, al que no entramos porque a mi mamá le dio flojera. Y luego comimos ahí mismo, en la hostería. Comimos espantoso: la comida estaba simple y chafa. Regresamos al hotel, sólo para enchamarrarnos porque [según advertían] haría frío. Nada de eso. Entramos al patio del convento y nos sentamos. Entonces comenzó la pastorela.
Debo decir que me entretuvo mucho. Tenía mucho tiempo sin ver una. Lejos de la connotación religiosa que carga, como expresión de la cultura popular es algo que debe conservarse y promoverse. La pastorela es musicalizada por un mariachi y la banda del pueblo, además de que muchos actores [ninguno de reparto], es gente de la comunidad. El guión es buenísimo [nunca faltan las bromas del Góber Precioso] y tiene actuaciones bastante chidas. Pero lo mejor es que rescata la esencia del verdadero teatro: una caracterización que no requiere de escenarios estrafalarios o vestuario impresionante. Basta algo de pintura, un cojín que simule una panza y mucha chispa actoral.
Después se armó la comilona y dieron tamales, pozole, champurrado, pambazos y buñuelos. Todo muy rico [contrario a la comida anterior]. Lo único que me molestó es que la gente del pueblo [actores y demás] no comieron con nosotros. De hecho, me encabronó. Tanto mensaje de hermandad para que los aventaran al segundo piso de la hostería a comer aislados, namás porque no pagaron. También había banda frenchie, y la pastorela se retrasó 30 minutos porque estaban esperando a que se acomodaran. Un señor alemán [que venía con nosotros] se cayó y se fracturó el dedo. Ya de regreso, una gallina maquillada le dio por cambiar los planes de manera "democrática" y quedamos que todos iríamos a Mundo E al día siguiente [el plan original era mañana libre]. Hasta ahí llegó el sábado.
El domingo fuimos a Mundo E. Mi mamá y yo nos despegamos [as usual] del grupo. Mi tía se fue pa'l convento a ver pinturas de monjas coronadas. La verdad Mundo E no está tan padre. A lo mucho, me gustó ver Tower Records [hartos libros de arte y cómics, pero tan poco dinero] y una cafebrería llamada En un lugar de la Mancha. Me compré Adiós a Lenin y Amélie por la [baja] cantidad de $180 pesos. En la cafebrería, me estaba rompiendo el coco entre comprar No será la Tierra de Jorge Volpi o Amphytrion de [mi brand-new profesor] Ignacio Padilla. Al final, no me compré ninguno de los dos. Como aún quedaba tiempo y no había ganas de comprar, nos fuimos al bingo. Gastamos como $200 y no ganamos nada.
Emprendimos el regreso a Puebla a las 3:30. Le había mandado un mensaje a Vilknk para ver si nos intersectábamos en algún lugar, pero no se pudo. Tras 37 canciones del iPod, llegamos a tierras angelopolitanas. El resultado: una extraña nostalgia por las posadas de antes [piñata, ponche y letanía] y dos películas de mi top 5 bajo el brazo.
2 comentarios:
Mundo E... Pudiste haber conocido a uno de mis amigos frikis de internet... XD!!!
Veo que el juego ha asomado su fea cabeza una vez más... Esta vez fueron $200... Pero a la próxima quién sabe...
ropopompóm...
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