Allá en la fuente...

Ayer fui al cine con mi jefa, como suelo hacerlo cada fin de semana. Esta vez, de la amplia [sarcasmo] oferta en carteleras, me decidí por entrar a ver The Fountain. Ya había platicado con Becks respecto a ella, y me dijo que era una muy buena película pero bastante cerebral y con hartos simbolismos. Es decir, de esas películas que son hechas para comunicólogos y forevers.

Yo ya tenía antecedentes de The Fountain. Es dirigida por [el excelso] Darren Aronofsky, director de Pi: El Orden del Caos y Réquiem por un Sueño [mi segunda película favorita]. Es de esos directores medio de culto, que tienen pocas películas pero bien pocamadre. Por sus trabajos anteriores, me esperaba una fotografía bien cuidada, una narrativa veloz y una trama pesada. Mis sospechas fueron confirmadas cuando ví que Cinépolis le ponía la etiqueta de Otro Enfoque.

Sí, la película está forever. Si usted, amable lector, no va dispuesto a ver una película con narrativa un tanto experimental, absténgase. Pero yo la recomiendo. No es el mejor trabajo de Aronofsky, e incluso peca de pretenciosa. Pero dentro de esta pretención de hacer una película holística, el resultado es bastante bueno. Para empezar, narra la historia de una persona en tres diferentes épocas [siglo XVI, año 2006 y siglo XXVI]. Pero no crean que las narra de manera cronológica. Las épocas se entrecruzan de muchas maneras, e incluso se combinan. La historia es absorbente, aunque el clímax es tan simbólico y maneja una fotografía tan saturada de luz que no acaba por funcionar del todo. Es una historia que habla del amor más allá de la muerte y de la muerte como acto de creación. Muchos simbolismos son excelentes, otros son fallidos. La construcción futurista pretende ser muy kubrikiana, y falla un poco en estética, más no en intención.

Es una película difícil. Cargada de símbolos religiosos y metafísicos, su principal virtud radica en contar una historia circular, no lineal, con numerosos saltos que, aunque confusos, se van resolviendo conforme avanza el tiempo. Es una película saturada de lait-motifs, lo cual se agradece. The Fountain tiene un ritmo semilento, parecido al de Pi: El Orden del Caos. No es una película digerible a la primera. Pero es bastante propositiva, pues nos recuerda al Aronofsky de su ópera prima, pero mucho más complejo.

Vale la pena sólo por escuchar los comentarios al final. A mi me tocó que, al terminar la película, nadie se moviera de su asiento. Algunos exclamaron que era una marihuanada, otros que estaba buena, muchos otros permanecían atónitos carburando qué acababan de ver. Deliberando entre haber visto una joya o un bodrio. A mi mamá le gustó. Yo me quedó en que The Fountain es una diamante en bruto.

Por sí tienen ganas de verla, les dejo el tráiler: