sábado, mayo 26, 2007

Puebla, de regreso a Primera División

La verdad es que me disponía a escribir en cuanto terminó el partido, pero la emoción no me dejó. Me quedé sin aliento, impávito, viendo en la pantalla como el Puebla de la Franja, después de dos años en la división de ascenso, había conseguido en ansiado retorno. Recordé cuando iba con mi tía a ver los juegos. Era un mocoso de secundaria. Recuerdo después haber ido con mi cuates, cuando los partidos eran en sábado por la noche. Ese cuzcuz que daba regresarse en taxi por ahí de las 11 de la noche porque nos quedábamos a esperar a los jugadores. Recuerdo muchos partidos: un juego contra Pachuca insufrible en el que unos tres poblanos con un tambor hacían más ruido que la porra tuza. Un partido contra Necaxa cuando Unmigue y yo vimos a dos lesbianas besarse. El trepidante juego de semifinales contra Santos, que a la postre ganaría Puebla 5 a 4. Esa terrible serie en cuartos de final contra Toluca, que perdimos 0-2 en la ida y 7 a 0 en la vuelta. Algún partido contra Atlas por ahí disperso; los llenos pletóricos contra Cruz Azul, América, Chivas o Pumas. Los días del aficionado, cuando rebajaban los boletos, que siempre caían contra Tecos. La despedida del Beto Aspe, los goles de Claudinho, Kaviedes, Pablo Caballero, Ubaldi, Gabriel Caballero. Ese infame equipo con cinco serbios. La dolorosa derrota contra América cuando Germán Villa metió gol de cabeza. Los atajadones de Rabajda, la 'Bomba' Ruiz Díaz, Christian Martínez, Jorge Campos y de Óscar Dautt. Los guantes de Oscar Mascorro. Defensas perrones como el 'Capi' Roberto Ruiz Esparza, Joaquín Velázquez, Roberto Trotta, Gil Jiménez o el 'Coreano' Rivera. La franja naranja, por culpa de los hoteles Aristos. El sufrido partido contra Celaya para conservar la categoría. La noche triste contra Monterrey. Los goles de Luis Ignacio Quinteros y el cojeo de Eudalio Arriaga. Técnicos como Juan Ignacio Palou, Raúl Cárdenas, Aníbal Ruíz y Mario Carrillo. Las cemitas, las chelas, la pintura en la cara y en el cabello, las banderas, las coladas en la fila, mi primera playera que era pirata, mi playera de visitante de manga larga, mi playera morada, la playera que me volé de un cuate. Mi infancia y juventud en torno a una afición futbolera.

Debe admitir que, tras el último descenso, guardé en un cajoncito al Puebla. Si lo seguía, pero no con el mismo fervor de antaño. Sí vibré cuando Juan de la Barrera dio el gol del campeonato, y menté madres cuando Querétaro vapuleó a La Franja. Pero agradezco a JC y a Jerome por haberme reactivado la pasión dormida. Por regresarme al estadio Cuauhtémoc, la casa de todos, después de mi larga ausencia. Este Puebla es un equipo también para el recuerdo. El envalentonado Villalpando, la central dominada por el emblemático Joaquín Velázquez, la media cancha controlada por el Ruso Zamogilny, la media de lujo con el 'Samba' Rosas, Marco Parra, Hiber Ruiz y 'Cherokee' Pérez [quién, por cierto, iba a las retas en la UDLA]. Y en la delantera, el temible 'Bola' González, depredador del área; sin olvidar al 'Chelis' Sánchez Solá en la batuta técnica. Hoy Puebla no duerme, pero sueña. Hoy Puebla regresa al lugar que le corresponde. Hoy Puebla tiene un equipo de primera en Primera.

¡Porque somos muchos más que once!

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